EL FLAUTISTA DE HAMELIN
Algo muy misterioso está pasando en Hamelín. Los habitantes de éste próspero lugar salen de sus casas y ven que sus calles están inundadas de ratones, de todo tamaño y color. Ni bien abren una puerta …zas…miles de estas criaturitas horrorosas se meten por todos lados y van directamente a las repletas despensas para devorar y roer todo cuanto allí encuentran!!!Escucho gritos de horror!
Nadie entiende el motivo de tal invasión ni saben qué hacer para ahuyentar esta plaga. Hasta los gatos se esconden en las casas y huyen asustados al ver semejante cantidad de ratones adueñándose prácticamente ya, de toda la ciudad.
Ante la gravedad de la situación, observo que los hombres más poderosos e influyentes, se comienzan a reunir de inmediato para determinar una solución, viendo con atrocidad cómo peligran sus riquezas.
Convocando un Consejo deciden que: “Van a ofrecer cien monedas de oro a quien los libre de estos ratones”.
Allí nomás, aprovecho la oportunidad para presentarme ante ellos e informarles que, esa misma noche, no quedará ni un solo ratón en Hamelín. Me miraron desconfiados, desconocían mi secreto. Entonces tomé mi flauta y comencé a entonar una melodía que sirve para encantar ratones. De todas partes salieron éstos y empezaron a seguirme. Tan entusiasmados iban que cuando cruzo al otro lado del río, los veo desaparecer: ahogados algunos, otros arrastrados por la corriente…en fin: no sobrevivió ninguno.
Ahora los habitantes del pueblo están muy contentos organizando una gran fiesta para celebrar el feliz desenlace de ésto que los preocupó enormemente.
Entonces, al día siguiente, me presento ante el Consejo a reclamar mi recompensa y para mi asombro, uno de los hombres me contesta: _”Vete de esta ciudad!!!Acaso crees que te pagaremos tanto oro por hacer tan poca cosa, como soplar una flauta???”
Dicho ésto, escucho grandes carcajadas y el ruido de una gran puerta cerrándose en mi nariz.
Tan furioso me puso la actitud avara y desagradecida de esta gente, que recordé otra de mis dulces melodías y comencé a tocarla con mi flauta, al iniciar mi marcha para salir de ese lugar.
Pero esta canción servía para encantar …damas!
Tras escucharla, todas las mujeres de la ciudad caminaron embelesadas atrás de mí. Así como están las veo tomar sus pequeños en brazos y comenzar a seguirme. Inútil fue el llamado de sus padres, abuelos, esposos, novios, hermanos, tíos, sobrinos y cuanto varón habitaba Hamelín.
Allí sólo quedaron los opulentos hombres, con sus graneros repletos y bien provistas despensas, pensando seriamente ahora quién iba a cocinar, lavar, planchar, chismosear, barrer y limpiar en esa solitaria ciudad…
Hola Sil!!
ResponderEliminarMe encnató tu versión!
Saludos!!
Hola María Noel!Muchas gracias x leerme. Cariños!
Eliminarholaaa...muy buena tu versión.....genial!!!!...cariños...saludos
ResponderEliminarHola Raquel!Qué bueno que te haya gustado. Me pone feliz que lean mi espacio.Gracias y besitos
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